En el mundo empresarial muchos aspectos están en continuo cambio -como comentamos frecuentemente en Advisor Abbate desde estas páginas.
Hoy hablaremos de como muchas empresas pueden tener la sensación de ser homologables en lo que se espera de ellas cuando en la realidad puedan no serlo. Una compañía puede, en general, ser transparente en su política de precios, tener productos fiables y de calidad y tener una imagen bien posicionada. Pero en este mundo competitivo donde el consumidor y sus valores impregnan y condicionan el mercado todo esto no es suficiente.
Muchas organizaciones con su negocio consolidado siguen facturando de manera continuada beneficiándose de errores o de la ignorancia de sus clientes o con acciones deliberadas de omisión de información que podría ser relevante para las decisiones de los consumidores. Pero cada vez será más difícil hacer crecer o mantener los ingresos basándose en esas prácticas. Persistir en esa manera de hacer irá en contra de esas compañías.
La transparencia será cada vez más relevante y los avances tecnológicos no harán más que favorecerla. La interacción de los clientes con las herramientas tecnológicas la facilitará y, al fin y al cabo, la naturaleza social de los seres humanos tendrá una reflejo en las posibilidades de conocer qué hay detrás de las empresas a las que compran directa o indirectamente.
En cierta manera se extremará la manera de hacer negocios en relación al cliente y la competición también será feroz para demostrar la autenticidad de los negocios en relación a los valores que impongan los consumidores. Y esto requerirá que las empresas sean correctas y confiables y que sus acciones sean, demanera demostrable, apropiadas para las decisiones de los clientes. Esto no debe de ser una mera táctica comercial o de posicionamiento, sino que debe estar integrado en el ADN de la empresa.
El cambio de paradigma a este tipo de comportamiento empresarial va mucho más allá de implantar políticas de responsabilidad social corporativa. Se trata de hacer que la empresa sea confiable de manera genuina y esto requerirá invertir en recursos y un buen uso de la experiencia y del talento . El objetivo será que la percepción positiva del cliente en términos de confiabilidad, respetabilidad, fiabilidad y honestidad sea clara y sostenida en el tiempo. La visión debe ir más allá del corto plazo.
Está demanda impulsada desde el lado del cliente conllevará una estandarización de lo que se considera una empresa confiable, unos mínimos hacia los que tendrán que converger las empresas que quieran sobrevivir.
Os invitamos a que, como emprendedores, profesionales, y también como consumidores, nos digáis como véis este proceso hacia las empresas confiable.