El gran salto del mundo del automóvil

El automóvil constituyó el símbolo de progreso personal y libertad individual del siglo XX y en la actualidad la industria se encuentra en un proceso de dar un cambio de alcance profundo que pretende reconectar el transporte humano con la naturaleza y los complejos sistemas humanos.

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Gracias a la inteligencia artificial y al big data los coches conectados podrán avisar a su conductor de las mejores rutas, adecuar las revisiones y seguridad del vehículo a la forma de conducir del propietario, avisar antes de entrar de si se encontrarán atascos en un trayecto, sincronizar su temperatura con la del hogar. Los nuevos automóviles conseguirán que los atascos y las incomodidades como buscar aparcamiento queden muy aminorados.

Los fabricantes ya han apostado claramente por los sistemas de control gestual, los vehículos menos contaminantes, aplicaciones de realidad aumentada para simplificar la conducción o nuevos sistemas antirrobo.

Ahora mismo el principal cambio que ya se está viviendo se da en la electrónica y la conexión de los vehículos ya que pueden llevar integrados unos 2.000 sensores, lo que supone más trabajo y cambios en los proveedores de esos sistemas electrónicos que acarrea una transformación en los centros de formación para adaptarse a la mecatrónica la simbiosis entre mecánica y electrónica.

Los fabricantes de automóviles y componentes se preparan con más rapidez de lo previsto hace unos años para el cambio de tecnologías de propulsión, los smartcars hiperconectados, los vehículos de conducción autónoma y hechos de nuevos materiales más ligeros.

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En el 2035, los motores de gasolina y diésel habrán perdido su hegemonía, aunque todavía se venderán algo más de 20 millones de unidades de coches con motores de combustión interna, según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía. Otros estudios apuntan una tendencia similar con una mezcla de tecnologías que incluirán muchos más híbridos que ahora y una cifra respetable de eléctricos pero todavía emergente, igual que los vehículos propulsados con hidrógeno.

Si bien los automóviles tendrán la inteligencia suficiente para conducir autónomamente, se requerirá evitar que circulen de manera desordenada y esto llevará necesariamente a una evolución tecnológica en el control centralizado e inteligente del tránsito. Para ser más preciso, estamos hablando de que el tráfico de automóviles estaría dirigido inteligentemente por centros de control ultra avanzados e informatizados que tendrán conexión con los vehículos para tratar de conseguir un tránsito de vehículos ordenado y perfectamente monitorizado. Estos centros de control con un alcance geográfico determinado estaría conectados entre ellos.

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